HISTORIA DE CÁRITAS VENEZUELA
Era el año 1963 y la Iglesia Venezolana guiada por la opción por los más necesitados, avanzaba para aliviar el sufrimiento de muchos venezolanos. En aquel entonces (y como aún es hoy, la pobreza y la desigualdad eran grandes desafíos que marcaban la vida de nuestro país. En 1997, un hito importante marcó nuestra historia: la Conferencia Episcopal Venezolana nos constituyó oficialmente como Cáritas de Venezuela. Ese día, reafirmamos nuestro compromiso de servir a todos los pobres y excluidos, inspirándonos en las enseñanzas de Jesús a través de la Doctrina Social de la Iglesia Católica.
Desde entonces, hemos sido testigos de cómo las necesidades de nuestro pueblo han evolucionado. Acompañamos a los venezolanos en momentos de crisis, como lo han sido los desastres naturales que han azotado nuestro país. Hemos visto cómo la pobreza se ha agudizado y cómo la desigualdad ha crecido, pero también hemos visto cómo la solidaridad y el espíritu de servicio de nuestro pueblo se han fortalecido. Nuestra historia está estrechamente ligada a la historia de Venezuela. Hemos sido parte de los grandes cambios sociales y políticos que han marcado nuestro país. Hemos trabajado junto a comunidades indígenas, campesinos, trabajadores y jóvenes, siempre buscando construir un futuro más justo y próspero para todos.
Hemos aprendido que la pobreza no es solo la falta de recursos materiales, sino también la ausencia de oportunidades, la falta de reconocimiento y la exclusión social. Por eso, nuestros programas van más allá de la asistencia alimentaria o la entrega de medicinas. Buscamos empoderar a las personas, fortalecer las comunidades y promover el desarrollo integral. Hoy, más que nunca, sentimos la responsabilidad de seguir trabajando por un Venezuela mejor. Un Venezuela donde cada persona tenga la oportunidad de desarrollar sus potencialidades y vivir una vida digna. Un Venezuela donde la solidaridad y la compasión sean los valores que guíen nuestras acciones. Como Cáritas de Venezuela, barco de acción social de la Iglesia Católica, nos sentimos orgullosos de ser una gran familia que trabaja incansablemente por el bien común. Estamos convencidos de que, juntos, podemos construir un futuro más justo y equitativo para todos y todas.